09 enero 2006

ERRARE HUMANUM EST


Artículo por Gerardo Macías, publicado originalmente en el diario Huelva Información (Lunes, 8 de Agosto de 1994). Ilustración por Ciro Macías, publicada originalmente en la revista muCHOCOmi nº 1 (1999)

Dicen las tan socorridas estadísticas que en periodo de vacaciones -sobre todo las veraniegas- a la par que baja el índice de paro, sube el de accidentes en carretera.
Cuando ocurre algún accidente, lo normal es que los medios de comunicación digan que, para los implicados, el accidente se debió a algún “error humano”. Como errar es humano (“errare humanum est”, que decían los humanistas del Renacimiento italiano), ni siquiera se abre la investigación de las causas del accidente.
Pero, por desgracia, decir que un accidente de tráfico se debió a un “error humano” no es una explicación de sus causas, sino una perogrullada: todos los accidentes, absolutamente todos, se deben en última instancia al “error humano” de alguien. A veces puede parecer que las causas fueron puramente “técnicas”, sin que se aprecie un “error humano” como detonante más o menos inmediato del accidente, pero tales situaciones tienen invariablemente como origen el error de quien no previó que algo podía fallar y, en consecuencia, no adoptó las necesarias medidas preventivas. No puede decirse que esos “realitichous” resumidos que pasa Tráfico por las distintas cadenas de televisión sean unas buenas medidas preventivas, y la frase publicitaria “las imprudencias se pagan.... carísimas” es completamente inútil porque eso ya se encargan de recordárnoslo nuestros bolsillos cada vez que pagamos una multita de nada.
¿Y qué decir de eso de que el Gobierno afloje, así, por la cara, cien mil pesetitas (que en realidad salen de los impuestos) a cambio del coche viejo? Como están las cosas (¡ya salió la puñetera crisis!) ese dinero no da ni para pipas; y si es para cambiar de coche, que es en definitiva de lo que se trata, pues no veo yo que con esa pasta se pueda comprar un coche con “airbag”, dirección asistida y hasta grifo de agua caliente como llevan los que se fabrican ahora.
Vale que la aventura es la aventura, pero eso de perder el coche por cien mil pesetas para otro nuevo que además no te podrás comprar, ya es pasarse. Lo mejor es seguir con el coche de cuatro ruedas de siempre y, si se queda en mitad de la carretera, no hay más que hacer dedo o parar al primer prójimo que pase para que le dé un empujoncillo al coche.
Por cierto, el otro día dijo la tele que el listillo que inventó la campaña de las cien mil pesetas cometió un “error humano”: no pensó que pudiesen picar tantos incautos y por eso no tenía previsto qué hacer con tantos coches viejos. Sin embargo, al poco tiempo salía otra noticia: a partir de entonces los radares de Tráfico estarían instalados en vehículos de todo tipo que irían circulando por las carreteras.
Con la excepción de un servidor, más de uno pensará que tantos radares móviles como se han puesto en marcha de repente, solo pueden haber salido de los viejos coches usados. Lo cierto es que de esta forma se habría podido subsanar el “error humano” del almacenaje de los coches en la campaña de las cien mil pesetas. Y ustedes dirán que, para eso, mejor no hacer nada, que sigue la misma cantidad de vehículos circulando. Como no hay mal que por bien no venga, ahora los viajes se hacen más entretenidos porque se cuenta con el aliciente de que se puede jugar a adivinar cuál de todos los vehículos que vemos pasar por la carretera es el radar móvil, que técnicamente se llama cinemómetro, me imagino que para fastidiar más todavía a los conductores.
El premio del citado concurso podría consistir en una semana de vacaciones pagadas en un hotel, que no sólo las amas de casa tienen derecho. Pero claro, después de soportar la caravana, en la recepción del hotel nos informarían de que gracias a las continuas devaluaciones de la peseta, sus habitaciones están todas ocupadas, repletitas de extranjeros. Entonces es cuando a uno le entran ganas de que el perro, o el gato en su caso, hubiera abandonado a toda la familia en medio de la carretera. Pero eso es muy difícil porque, como todo el mundo sabe, “él no lo haría”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí Espoc al habla:

Gerry, es lógico que el paro descienda al aumentar el número de decesos, ya tengan lugar en la carretera o en otro sitio.

La gente prefiere morir en su cama, rodeado de los suyos, de ahí que hayan inventado el "air-bag", para crear instantáneamente una cama improvisada en el momento de morir, y así poder morir dignamente, entre unos hermosos almohadones: en la cama de uno, rodeado de los suyos, que, en consideración con la víctima, se mueren también (o lo intentan, al menos).

Yo tenía un tío, el tío Macario, que le tenía un miedo cerval y atroz a los coches, los llamaba "instrumentos del diablo". Se desplazaba a todas partes en bicicleta, un medio lento pero seguro, según decía. Profería todo tipo de improperios contra los conductores que le adelantaban bruscamente, desequilibrándolo sobre su bici con el empujón del aire desplazado por los coches. El tío Macario jamás subió a un coche. Decía que no quería morir de forma estúpida aplastado por un amasijo de hierros sólo por unas prisas innecesarias. Un día, yendo tranquilamente en su bicicleta, un palomo le cagó en un ojo, perdió el control, y se fue por un acantilado abajo. El acantilado tenía 27 metros, así que hubo que rescatar al tío Macario debajo de un amasijo de hierros... de bicicleta.

Los fabricantes de coches están locos: les venden a sus clientes máquinas mortales; pretenden acabar con su clientela; están cometiendo un suicidio industrial. A este paso, le auguro a la industria del automóvil un tiempo de vida de 10 años como mucho. La única solución a este problema (la falta de clientes a los que robar su dinero vendiéndoles a precio de oro máquinas prescindibles) es la clonación de la gente, de ahí que los multimillonarios fabricantes de coches estén financiando en la sombra los experimentos encaminados a lograr la clonación humana. El objetivo de la clonación humana no es acabar con la esterilidad, o encontrar cura para algunas enfermedades; es vender más coches.

Por accidente de coche es difícil que no se muera alguien alguna vez.
Pero ¡tantos accidentes! Aquí pasa algo. Dudo que el sexo influya en la mala conducción. Es cierto que las que se bloquean y se quedan paradas en las rotondas, y las que suelen olvidarse de encender los faros de noche, son ellas; y también es cierto que los que suelen adelantar por la derecha, y conducir beodos, son ellos. Pero estas diferencias debidas al sexo probablemente no sean significativas. Si la gente comete imprudencias temerarias no creo que sea por su sexo, sino por su falta de autocontrol, porque se la juegan impunemente. Y el juego es algo propio de la infancia, así que sería el infantilismo e irresponsabilidad de los inmaduros adultos humanos lo que probablemente se esconde detrás de tanta imprudencia temeraria; al menos, apuesto que ha de ser así en un montón de casos.

Atte: Espoc

Omoloc dijo...

Bueno, a uno, que es informático, le gusta mucho más lo de el "error humano" que el "error informático". Y es que ultimamente el error informático es una solucion para todos los males: ¿que se estrella el eurofighter? Error informático ¿Que se ode el Blue Deep? Error informático ¿que el "negro" de Ana Rosa Quintana plagia otro libro? error informático.

En fin, que, como decían los Les Luthiers, errar es humano... y echarle la culpa a otro es más humano todavía.

Salu2!

Anónimo dijo...

hola, este comentario no debería de estar aquí, lo sé; pero así me aseguro de que lo lees. Va referido al artículo sobre el humor de Huelva. Como siempre os pasa a los de la "capital" el mundo empieza en la ria y termina en el conquero; todo lo mas llega a Punta. Nada, que sí, que el humor que se hace en Huelva es el que tú has comentado solamente. Lástima... Le diré a algunos conocidos y amigos que ellos como no son de HUELVA CAPITAL hacen humor para los pernambucanos. Un saludo desde la costa. Alberto