18 julio 2006

¡NECESITAS UN CLON!

Con una frase publicitaria similar al título de este artículo se anuncia una conocida marca de diccionarios. Antes de preguntar qué tienen que ver los diccionarios con los clones, siga leyendo y ya verá, ya... Por supuesto, la introducción viene a cuento de la que se ha liado con Dolly, ese entrañable producto del amor de una madre cuadrúpeda y padre desconocido.
A quienes no lean jamás el periódico, ni oigan la radio ni vean la tele, decirles que Dolly es la ovejita clónica, uno de los primeros pasos en la Historia clónica de la Humanidad. Y es sólo una ovejita, tan clónica como las demás (¿o es que las ovejas no son iguales?). Pero Dolly no deja indiferente a casi nadie, y ya está abierto el debate sobre este tipo de procedimientos genéticos y sus repercusiones.
Yo, por regla general, me abstengo de hacer sesudas declaraciones sobre algo de lo que no sé casi nada. Cuando yo asimile toda la información y las opiniones de los entendidos, las nietas de Dolly, clónicas o no, corretearán por una pradera que, eso sí, espero que no sea de cesped artificial.
Las historias de clonación proliferan cada día más, a medida que dejan de pertenecer al reino de la fantasía. De momento, Spider-Man dispone de su propio clon, y todavía es reciente "Mis dobles, mi mujer y yo" ("Multiplicity" para los USAmericanos), comedia de Harold Ramis con Michael Keaton y Andy McDowell.
Tener nuestro propio clon nos vendría bien en algunas situaciones, por ejemplo para apoyar al deporte provincial, que está pasando un buen momento. A mí, de paso, me sirve este razonamiento para justificar el título del artículo.
Todo este tinglado me plantea una serie de dudas. Por ejemplo, las ovejas ya no se dividirán en churras y merinas, sino que las clónicas formarán rebaño aparte. Pero, ¿cuáles darán leche y cuáles carne? Luego está lo de la lana, porque no será lo mismo si les sale el pelo acrílico.
Hace unos días, unos amigos discutían acerca de lo peligroso de la clonación de seres humanos. Para aliviar la tensión, les expliqué que ése proceso está en marcha hace mucho, aunque sin pasar por el laboratorio. Que sospecho que se están clonando políticos a toda máquina. Y que la mayoría de los jóvenes nos agrupamos en rebaños que visten igual, hablan con idénticas expresiones y ven los mismos programas televisivos, que además ya están clonados. Mis amigos se largaron diciéndome que soy la oveja negra de la sociedad. Esto confirma mi teoría de que están cortados por el mismo patrón. Allá ellos.
El debate sobre la clonación me trae sin cuidado. Las únicas ovejas que veo son las que cuento en la cama. Y éstas son iguales desde la primera hasta la número cincuenta, que suele ser la última antes de quedarme dormido. Y en vez de mantas de lana, uso un edredón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gerry, te escribí un comentario, pero na ha salido, así que lo repito, a ver si...

Decía que no hay que descartar la clonación de ovejas, dada su potencial utilidad como sedante. La pregunta es: ¿qué es más eficaz para quedarse frito, contar ovejas clónicas, o contar ovejas genéticamente diversas? Una vez respondida esta pregunta, que el comité deontológico científico interplanetario debería tener en máxima consideración, podría atisbarse el futuro de una técnica que se antoja tan necesaria (porque, si no fuese por la clonación, ¿cómo conseguiríamos ovejas? ¿eh? Suerte que han descubierto la clonación, que se lo pregunten a los ovejos, que están que echan chispas)

Anónimo dijo...

Ah, Gerry, que me olvidé de firmar el comentario que te acabo de mandar. Soy Espoc, de los Espoc de Vulcano, de toda la larga y próspera vida.