Paso ahora a comentar el comicbook de superhéroes norteamericanos y sus aplicaciones en el mundo de la publicidad para niños. Para ello, nada mejor que recurrir a uno de sus personajes clásicos: Batman, el Hombre Murciélago. Desde que naciera en 1939 creado por Bob Kane, ha sufrido varios altibajos, fruto del paso del tiempo y de ser titular de varias series a cargo de diversos autores. El paso definitivo a la cultura popular, y con él su interés publicitario, se producen a mediados de los años 60 –y el contexto temporal es importante-, con la aparición de la serie de televisión interpretada por Adam West, que pretendía imitar a las historietas, aunque al final sucedió todo lo contrario, y fueron los contenidos del comicbook los que se adaptaron a la teleserie. Dado que se trataba de los 60 con su característico tono camp, y que la televisión ya comenzaba a cobrar importancia, el tono de la serie televisiva no tenía más opción que ser un poco ingenuo, y en consecuencia se perdió el tono de tenebrosidad que había caracterizado a Batman desde sus inicios, y que ya tardaría en recuperar. Los autores de los comicbooks de Batman se vieron obligados a hacer que el personaje utilizara unos gadgets cuyo diseño era sospechosamente similar a los que lucía el Hombre Murciélago televisivo... ¡y de paso, los escaparates de las jugueterías! Incluso, en alguna historieta Batman prefirió –en lugar de la acostumbrada caza nocturna de criminales- una velada en su cuartel general, la Batcueva, para no perderse su propia serie televisiva. El éxito en la pequeña pantalla se trasladó a la grande en los 70, cuando se refundieron algunos episodios de la teleserie protagonizada por Adam West para crear varios largometrajes cinematográficos, una práctica muy extendida en aquellos tiempos, pero ya iría de capa caída porque en aquellos años, principios de los 70 como digo, DC Comics decidió devolver al personaje su tono sombrío. Para ello se recurrió a una serie de autores de renombre dentro del mundillo, pero no se le hizo demasiada publicidad externa a este proceso que culminaría en 1986, año elegido por DC Comics para dar un lavado de cara a todos sus personajes. Esta modernización sólo resultó efectiva en Batman, ya que si el resto de los personajes obedecían a una decisión editorial más o menos repentina, el llamado Señor de la Noche culminaba un largo éxodo que en realidad le sirvió como preparación para la nueva campaña publicitaria que se le avecinaba. Dicha campaña se desarrolló en torno al nuevo proyecto cinematográfico sobre Batman que había planeado minuciosamente la Warner Bros, propietaria de DC Comics, la editora de Batman. El estreno del film dirigido por Tim Burton y protagonizado por Michael Keaton, que ya habían trabajado juntos antes, se produjo en 1989. Este film, de tono muy sombrío pero en el que se vislumbraba claramente la mano de Tim Burton, tuvo tres secuelas a lo largo de los años 90, y todavía está en estudio hacer al menos otra película más.
A lo largo de los 90, y sin contar proyectos especiales –entre los que se incluyen las versiones oficiales en comic de todas las películas-, no sólo Batman, sino también sus secundarios e incluso alguno de sus adversarios han llegado a protagonizar algún tebeo, sobrepasando la friolera de diez series mensuales relacionadas entre sí, todas ellas compartiendo protagonismo y estanterías en los quioscos. Paralelamente se creó una serie de dibujos animados de alto presupuesto que trataba de aglutinar todas las versiones batmanianas, reflejando sus guiones la imagen oscura que se le dio al personaje entre los años 70 y los 90, y en su estética el ambiente de las películas de Burton. No tardaron en aparecer camisetas, figuras móviles en miniatura y todo tipo de productos relacionados con el nuevo Batman, incluyendo, cómo no, una nueva serie de comicbooks dibujados al estilo de la serie de animación, un estilo que se bautizó con el nombre de “dark decó”, y unos guiones autoconclusivos, ya que los nuevos lectores potenciales podían no estar acostumbrados a las largas sagas que se extienden durante capítulos y más capítulos, de las que tanto disfrutan los lectores de superhéroes de toda la vida. En fin, toda una leyenda muy bien construida pero en definitiva consagrada al consumo, y que a juicio del espectador medio ya empieza a flaquear, toda vez que la cuarta entrega cinematográfica, la titulada “Batman & Robin”, parece más bien un desfile de personajes susceptibles de tener sus propias figuritas de juguete, como así ha sido finalmente. Eso demuestra que el público, incluso el infantil y juvenil, es selectivo, y sólo está dispuesto a seguir el juego publicitario y consumista si a cambio se le brindan buenas historias.
A lo largo de los 90, y sin contar proyectos especiales –entre los que se incluyen las versiones oficiales en comic de todas las películas-, no sólo Batman, sino también sus secundarios e incluso alguno de sus adversarios han llegado a protagonizar algún tebeo, sobrepasando la friolera de diez series mensuales relacionadas entre sí, todas ellas compartiendo protagonismo y estanterías en los quioscos. Paralelamente se creó una serie de dibujos animados de alto presupuesto que trataba de aglutinar todas las versiones batmanianas, reflejando sus guiones la imagen oscura que se le dio al personaje entre los años 70 y los 90, y en su estética el ambiente de las películas de Burton. No tardaron en aparecer camisetas, figuras móviles en miniatura y todo tipo de productos relacionados con el nuevo Batman, incluyendo, cómo no, una nueva serie de comicbooks dibujados al estilo de la serie de animación, un estilo que se bautizó con el nombre de “dark decó”, y unos guiones autoconclusivos, ya que los nuevos lectores potenciales podían no estar acostumbrados a las largas sagas que se extienden durante capítulos y más capítulos, de las que tanto disfrutan los lectores de superhéroes de toda la vida. En fin, toda una leyenda muy bien construida pero en definitiva consagrada al consumo, y que a juicio del espectador medio ya empieza a flaquear, toda vez que la cuarta entrega cinematográfica, la titulada “Batman & Robin”, parece más bien un desfile de personajes susceptibles de tener sus propias figuritas de juguete, como así ha sido finalmente. Eso demuestra que el público, incluso el infantil y juvenil, es selectivo, y sólo está dispuesto a seguir el juego publicitario y consumista si a cambio se le brindan buenas historias.
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