Segunda parte de la entrevista publicada originalmente en la revista muCHOCOmi nº 4 (2000)
Es difícil para Luis Alberto de Cuenca decidir cuál es su dibujante favorito, pero sí sabe que al creador de la Gorda de las Galaxias está unido por la poesía, además de una gran amistad: “Nicolás Martínez Cerezo es un fuera de serie, un privilegio de la especie, un superdotado para el dibujo y la escritura. Le tengo un gran cariño y guardo parte de su obra con la veneración y el respeto con que los dragones guardaban los tesoros en la mitología germánica. Es un gran poeta, un magnífico narrador, y tiene un gran sentido del honor y del humor”.
Nicolás y Luis Alberto comparten además la amistad de Javier Gurruchaga, quien ha llegado incluso a dedicarle a Nicolás un concierto completo.
Desenterramos momentáneamente al “homo políticus” para recordarle cierta campaña institucional que se realizó hace ya bastantes años y que afirmaba que “donde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro”. Luis Alberto de Cuenca se identifica plenamente con ese lema publicitario y asegura que en su casa “hubo tebeos, hubo libros; hay tebeos, hay libros; habrá tebeos, habrá libros. Hasta que me muera, e incluso más allá”.
Lamentablemente, esto no significa que vayamos a asistir próximamente a una incentivación de la lectura de tebeos, pero sí que “va a haber una importante campaña de promoción de la lectura, en general. Los tebeos también se leen”.
A pesar de ser un devoto consumidor de historietas, piensa que sería muy difícil tomar medidas más profundas para la reanimación de la industria de los tebeos: “no se puede hacer nada. El mercado tiene sus leyes. Bueno, sí, una cosa sí que puede hacerse: leer tebeos con la misma voracidad con que el Conde Drácula se empleaba con sus novias. Leer tebeos hasta la extenuación, hasta el último aliento, hasta el último día de tu vida”.
Sin embargo, Luis Alberto de Cuenca no comparte la opinión de los agoreros que le conceden a la industria de la historieta los ya clásicos y fatídicos “dos últimos años de vida”. Según su criterio, el cómic en España podría gozar de buena salud, como se demostró en su momento con la celebración en la Biblioteca Nacional de la exposición “Tebeos: los primeros cien años”, bajo la coordinación de Alfredo Árias, y con Antonio Lara en el papel de comisario, como gran entendido de la historieta a juzgar por los Cursos de Verano que dirige conjuntamente con Federico Moreno Santabárbara todos los años en El Escorial con la participación de las grandes figuras del panorama historietístico internacional.
Luis Alberto de Cuenca recuerda los preparativos de aquella exposición que significó su debut como Director General de la Biblioteca Nacional: “Lara se ocupó de los comics llamémoslos históricos, y Árias de los modernos. Fue la exposición de la Biblioteca Nacional que más éxito tuvo de TODAS, y cuando digo TODAS me refiero a TODAS las exposiciones celebradas en la Biblioteca Nacional, desde su fundación hasta nuestros días. Hubo muchísimos nervios en los preparativos. Queríamos inaugurar en diciembre de 1996 y tuvimos que hacerlo en enero de 1997... Antonio Lara estuvo enfermo un par de meses, Alfredo Árias pillaba un resfriado después de otro.... Al final, el impacto en los medios fue formidable. Las radios, las televisiones, los periódicos, se deshicieron en elogios. Fue un buen comienzo para mí como Director de la Biblioteca”.
Es difícil para Luis Alberto de Cuenca decidir cuál es su dibujante favorito, pero sí sabe que al creador de la Gorda de las Galaxias está unido por la poesía, además de una gran amistad: “Nicolás Martínez Cerezo es un fuera de serie, un privilegio de la especie, un superdotado para el dibujo y la escritura. Le tengo un gran cariño y guardo parte de su obra con la veneración y el respeto con que los dragones guardaban los tesoros en la mitología germánica. Es un gran poeta, un magnífico narrador, y tiene un gran sentido del honor y del humor”.
Nicolás y Luis Alberto comparten además la amistad de Javier Gurruchaga, quien ha llegado incluso a dedicarle a Nicolás un concierto completo.
Desenterramos momentáneamente al “homo políticus” para recordarle cierta campaña institucional que se realizó hace ya bastantes años y que afirmaba que “donde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro”. Luis Alberto de Cuenca se identifica plenamente con ese lema publicitario y asegura que en su casa “hubo tebeos, hubo libros; hay tebeos, hay libros; habrá tebeos, habrá libros. Hasta que me muera, e incluso más allá”.
Lamentablemente, esto no significa que vayamos a asistir próximamente a una incentivación de la lectura de tebeos, pero sí que “va a haber una importante campaña de promoción de la lectura, en general. Los tebeos también se leen”.
A pesar de ser un devoto consumidor de historietas, piensa que sería muy difícil tomar medidas más profundas para la reanimación de la industria de los tebeos: “no se puede hacer nada. El mercado tiene sus leyes. Bueno, sí, una cosa sí que puede hacerse: leer tebeos con la misma voracidad con que el Conde Drácula se empleaba con sus novias. Leer tebeos hasta la extenuación, hasta el último aliento, hasta el último día de tu vida”.
Sin embargo, Luis Alberto de Cuenca no comparte la opinión de los agoreros que le conceden a la industria de la historieta los ya clásicos y fatídicos “dos últimos años de vida”. Según su criterio, el cómic en España podría gozar de buena salud, como se demostró en su momento con la celebración en la Biblioteca Nacional de la exposición “Tebeos: los primeros cien años”, bajo la coordinación de Alfredo Árias, y con Antonio Lara en el papel de comisario, como gran entendido de la historieta a juzgar por los Cursos de Verano que dirige conjuntamente con Federico Moreno Santabárbara todos los años en El Escorial con la participación de las grandes figuras del panorama historietístico internacional.
Luis Alberto de Cuenca recuerda los preparativos de aquella exposición que significó su debut como Director General de la Biblioteca Nacional: “Lara se ocupó de los comics llamémoslos históricos, y Árias de los modernos. Fue la exposición de la Biblioteca Nacional que más éxito tuvo de TODAS, y cuando digo TODAS me refiero a TODAS las exposiciones celebradas en la Biblioteca Nacional, desde su fundación hasta nuestros días. Hubo muchísimos nervios en los preparativos. Queríamos inaugurar en diciembre de 1996 y tuvimos que hacerlo en enero de 1997... Antonio Lara estuvo enfermo un par de meses, Alfredo Árias pillaba un resfriado después de otro.... Al final, el impacto en los medios fue formidable. Las radios, las televisiones, los periódicos, se deshicieron en elogios. Fue un buen comienzo para mí como Director de la Biblioteca”.
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